Training camp. El libro de Lab by Kobe Bryant

Training camp. El libro de Lab by Kobe Bryant

autor:Kobe Bryant
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Baloncesto, Magia, Harry Potter, Best seller, Middle grade, equipo, valores, Esfuerzo, Wizenard
ISBN: 9788418249105
editor: Roca Editorial de Libros
publicado: 2020-02-12T00:00:00+00:00


Lab sostuvo la pelota a la altura de sus hombros, amagó a la izquierda y giró hacia la derecha para lanzar un tiro en suspensión de codo. Saltó con las piernas extendidas y los dedos de los pies alineados con el objetivo; rectos arriba y abajo. Supo que iba a entrar en cuanto la pelota abandonó sus ágiles dedos: canasta.

Esperó un instante para oír alguna alabanza o aplauso. Pero no llegó nada. Por supuesto. Seguía sin hablar con Peño. Miró hacia el otro extremo de la cancha, donde su hermano estaba lanzando tiros con Twig y con Reggie. Lab se había ido a casa el día anterior pensando que iba a seguir el consejo de Reggie, sobre todo después de que Peño admitiera que él también estaba sufriendo. Lab sintió que quería disculparse, hablar de lo que estaban sintiendo. Sin embargo, en cuanto vio a su hermano, pensó en la pelea, en su humillación cuando lo tiró al suelo. Pensó en que Peño le había escondido sus sentimientos durante mucho tiempo, había tratado de actuar como si fuera muy duro y había hecho sentir débil a Lab. Pensó en todo aquello y decidió no decir nada. Aquella mañana, Lab se había levantado él solo y se había preparado su bolsa. Él y Peño habían vuelto a ir separados al entrenamiento.

Lab recogió la pelota. Pero ¿cómo podían arreglarlo? ¿Se suponía que debían disculparse el uno con el otro por llevar el duelo de diferentes maneras? Suspiró y se dio la vuelta para volver a lanzar. Ya nada tenía mucho sentido. Estaba a punto de lanzar la pelota cuando una voz anunció:

—Reuníos. Dejad las pelotas.

Lab saltó y la pelota se le escapó de entre los dedos. Esbozó una mueca al ver a Rolabi, que estaba de pie en el centro de la cancha. Lab dejó la bola y se unió al grupo, manteniendo las distancias tanto con Peño como con Rain. No había olvidado lo que había dicho Rain. No había sido ninguna sorpresa, pero nunca había expresado en voz alta aquello de que estaba por encima del equipo. Se daba mucha importancia. Lab estaba harto de hacerle de segundón, sin llamar la atención. Así que se quedó al borde del grupo, amargado y solitario. Observó que Peño hacía lo mismo.

—Hoy vamos a trabajar el ataque —dijo Rolabi.

—Al fin —repuso Rain, con una sonrisita burlona.

Lab lo miró. Rain no parecía arrepentido de lo del día anterior, ni mucho menos. Quizá sí deberían dejarlo jugar solo; dejar de pasarle la pelota, de luchar los rebotes y de ponerle bloqueos.

«Entonces no sería tan divo», pensó Lab lúgubremente.

¿Por qué vuelves a hacer comparaciones?

Miró a Rolabi.

«¿Qué quiere decir?», pensó.

Quién es más rico. Quién es más rápido. Quién es el mejor. Siempre pensando en otra persona.

Lab torció el gesto.

«Algunas personas tienen más suerte que otras —pensó—. No es culpa mía.»

No tienes tiempo de vivir la vida de los demás, solo la tuya.

Lab apartó la mirada. Recordaba las películas, claro. Y quizá fuera verdad que todos tenían problemas. Pero él no quería vivir sus vidas.



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